Dec 26, 2007

El cielo estaba denso azul marino, no tenía reloj pero la noche ya era vecina. Había dormido bastante en esa siesta de silla por lo que no estaba cansado y ansiaba seguir mi camino. Ya me habían aconsejado por dónde andar, aunque no me habían dicho por dónde no deambular. Tenía todo lo que necesitaba para ese momento, la ropa, dinero, accesorios varios, mapa y un destino. Sólo faltaba algo, que tenía que haber previsto.

En plena ruta y noche, con la única luz de mi vehículo, me dejaba llevar por las sonrisas del asfalto que me mantenían en vilo. Y tenía que pasar lo que no le puede pasar a ningún individuo que decida estar a esas horas en esas coordenadas de la vida. Brmmpompom, me quedé sin nafta. Tras varar el auto en los yuyos, sin celular por no querer afianzarme a las comodidades de la tecnología, emprendí mi rumbo hacia la luz, que no veía pero sabía que tarde o temprano iba a llegar.

Armado con mi desinterés por que me pase algo, caminaba iluminado por la poca luna que se asomaba. Censurando todo síntoma de desesperación y miedo, me movía sin pensar, impulsado por no querer reflexionar sobre el tema.

El cansancio crecía en intensidad y desgano, pero mantenía el mismo ritmo. No pasaba ningún auto al que pueda parar ni hacer dedo inútilmente. Me detuve media hora a dormir al lado de una vaca que me inspiraba confianza. Luego seguí mi camino hasta llegar a una estación de servicio. Estaba abierta y había gente y pude solucionar mi problema, No habían zombis ni psicópatas, estaba todo bien, no me pasó nada que haga de esto un thriller espeluznante, simplemente me quedé sin nafta, cargué un bidón y me llevaron hasta el auto que también estaba bien, nada más, fin de la historia.

2 comments:

nebulosa said...

Dependiendo de la gravedad de nuestros problemas anteriores es el grado de interés que le damos al nuevo.
Algo así no?

ciscópata said...

Maso, sería más bien ver soluciones en vez de problemas y no hacerse una gran historia con un minímo problema.